Les Faules d’Isop -2-

Fábula de la lechera y el cántaro de Samaniego

La-Lechera
Una muchacha muy feliz caminaba con un cántaro de leche para vender en el mercado de su pueblo. Y mientras iba caminando, comenzó a sacar cuentas y soñaba:
Con el dinero que gane de la leche me podre comprar una cesta de huevos. Los huevos los pondré a incubar y entonces tendré cuatro docenas de pollos.
Los pollos crecen rápido y los venderé. Con ese dinero ganado me compraré un pequeño cerdito. Le voy a dar de comer muy bien, se pondrá gordo y muy rosado. Podre venderlo y me compraré… ¡una ternera!
Venderé la ternera y me podre comprar un hermoso vestido de mis colores favoritos con el que iré a pasear al pueblo y todos los muchachos me mirarán y querrán que yo sea su novia. Y yo moveré la cabeza muy orgullosa. Así.”
Y la lechera meneó la cabeza, así, y el cántaro de leche brincó y se destrozó.
Adiós, leche hasta la vista huevos, hasta luego pollos, adiós cerdo y… adiós ternera, pensó, muy triste, la lechera.
Moraleja:
 Muchos de nosotros anhelamos y soñamos con tener muchas cosas. La vida te presenta varias situaciones que uno debe superar. No seas impaciente con el futuro. Se precavido y mira bien por donde caminas para que no te sorprenda algún obstáculo que te prive de tus metas . Disfruta de lo que tienes  que el futuro que tanto sueñas será bello cuando cuides bien tu presente.  Mejor vive feliz el presente por que el futuro no está seguro.

  Fábula del camello y Zeus



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Zeus, Museo Británico

Cuentan que el camello, insigne en otro tiempo por sus descomunales orejas, se presentó lloroso y compungido al padre de los dioses:
Todos los que me ven, oh Zeus –le dijo–, se burlan de las orejas que me diste; el toro ostenta con orgullo sus temibles cuernos, mientras que yo me hallo indefenso, de todos despreciado, y expuesto a los ataques de mis enemigos.
Sonrió Zeus y exclamó:
—No puedo darte los cuernos que me pides, pero en cambio te quitaré las orejas.
El-camello-y-zeus
Moraleja
“La envidia no es buena consejera. Cuando quieras mejorar en algo, hazlo con tu esfuerzo y por tu deseo de progresar, no porque tu vecino lo tenga” 

          Fábula. El zorro y las uvas verdes  De Esopo

The_Fox_and_the_Grapes_-_Project_Gutenberg_etext_19994Un día, se encontraba el zorro caminando por el campo cuando de repente vio una vid con un bonito racimo de uvas. Colgaba en medio de las hojas y los granos se veían rosados y suaves como el terciopelo.
¡Qué uvas tan esplendidas! Deben estar deliciosas y frescas, dijo la zorra saboreándose. Como el racimo estaba alto, intentó conseguirlo alzándose sobre sus patas traseras. Pero, no puedo, estaba aun más alto todavía.
Entonces se le ocurrió y dio un pequeño impulso para saltar y nada. Saltó tres, cuatro veces, cada vez con más fuerza. Pero, no, no pudo conseguirlo, estaba más lejos todavía.
Entonces, moviéndose y dando la vuelta para continuar su camino, dijo, con mucho coraje: Pero porque quiero yo esas uvas tan verdes.
MORALEJA
La moraleja de la historia es que a menudo los seres humanos fingimos despreciar aquello que secretamente anhelamos y que sabemos que es inalcanzable.

El viento del norte y el sol 


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 Bóreas (el viento del norte) y Helios (el sol)

Hubo un día que se encontraban platicando el viento norte y el sol, entonces el viento del norte se jactaba de tener mucha fuerza, diciéndole al sol: tengo fuerza suficiente para devastar árboles, destruir casas y hacerlas volar por los aires como si fueran tamo. Nadie podría soporta mi fuerza. Cuando quiero soplar con violencia, todos se tienen que doblegar.
Respondiendo el sol le dijo: Hay numerosas formas de ser fuerte.
En eso estaban, cuando vieron que se acercaba un hombre por el camino y el sol dijo: Hagamos una prueba rápida y fácil. Aquel de nosotros dos que logre que el hombre se quite la capa será el más fuerte.
Muy buena idea, dijo el viento norte. Eso que propones es fácil para mí. Entonces comienza tú, dijo el sol.
El sol se ocultó tras una nube y el viento norte empezó a soplar con fuerza. Se agitó todo alrededor del viajero y el hombre se estremeció mientras los bordes de su capa se levantaban en el aire. El viento sopló con más fuerza, la capa revoloteaba más y más, en un momento pareció que iba a desprenderse y que el viento norte lo lograría. Pero el hombre ajustó más y más su capa a su cuerpo, se envolvió en la capa y caminó agachado enfrentando la fuerza del viento. Mientras más soplaba el viento norte, más fuertemente el hombre ajustaba la capa.
Ahora te toca a ti sol, le dijo el viento norte, veremos si tu puedes hacerle quitar su capa.
Aquí vamos, dijo el sol y comenzó a brillar con algo de fuerza.
El hombre se enderezó y soltó la capa al no haber más viento que le levantaran la capa. El sol continuó brillando más y más, calentando el camino. El hombre sintió los cálidos rayos que le entibiaban el cuerpo. Pronto, se quitó la capa porque hacía demasiado calor.
Viendo el viento norte que el sol logro su objetivo, se fue resoplando, derrotado, y el sol siguió brillando de una manera hermosa.
Moraleja:
La moraleja es bien obvia: la mayoría de las veces se consigue mucho más y con más facilidad aplicando la dulzura y la persuasión que utilizando la violencia.

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