¿Queréis que leamos unas fábulas?

 

images (8)
Cuando eras pequeño, seguramente te hayan contado más de una vez la historia de la zorra y las uvas o la de la tortuga y la liebre; también habrás escuchado cientos de veces la expresión “matar a la gallina de los huevos de oro”. Ahora quizá te estés preguntando qué tienen en común todas ellas: Pues tienen que ver que son fábulas.
La fábula es un relato literario que se caracteriza, principalmente, por ser breve, sencillo y, especialmente, por tener como protagonistas a los animales. A veces también a dioses
Las fábulas cumplen una función eminentemente didáctica, puesto que tienen como objetivo transmitir una enseñanza, conocida como moraleja, que estas basadas en la reflexión  después de un conflicto
¿Muy bien, verdad? Pero vosotros ahora le preguntareis a Pilar o a mi quien escribía las fábulas, ¿verdad?
Pues mirad, Esopo ha sido el mayor fabulista de la historia, uno de los primeros, y autor de la sombra que cobija a todos los demás, desde la antigua Grecia hasta nuestros días (pasando por Jean de La Fontaine, otro de los más grandes fabulistas de la historia).
Los animales encarnan determinadas cualidades o actitudes frente a la vida; tales atributos pueden ser negativos o positivos, y en función de ello se verán castigados o recompensados en el desenlace de relato. Dichas cualidades se atribuyen a los animales siguiendo una tipología que permanecería inalterada entre los seguidores e imitadores que desarrollaron el género: la zorra es la encarnación de la astucia; el lobo, de la maldad; la hormiga, de la previsión; el león, de la majestuosidad. De este modo, a través del comportamiento de los animales, las virtudes y defectos del ser humano son viva y eficazmente puestos de relieve ante el lector. Hay que advertir que, aunque esta sea la tónica general, en algunas de las fábulas intervienen también seres humanos o divinidades.
Del desenlace de la historia se desprende, como ya se ha indicado, la enseñanza moral: el desenlace premia o castiga a los animales protagonistas en función de si poseen una cualidad positiva o negativa. Pese a ello, y para que no quede duda alguna, se añade después del relato una moraleja explícita en forma de frase sentenciosa.
Vamos a ver un ejemplo:
El perro y la carne:
“Junto a un río de manso curso y cristalinas aguas, caminaba cierto perro ladrón con un hermoso pedazo de carne entre los dientes. De pronto, se vio retratado en el agua. Y como viera que otro compañero suyo llevaba también en la boca un buen trozo de carne, quiso apoderarse de él. Soltó la carne, que desapareció en el río, y contempló, espantado, que se quedaba sin el bocado verdadero y sin el falso”.
Es obvio que la historia previene contra la codicia, defecto por el que el perro ha sido castigado, pero igualmente se añade la moraleja sentenciosa: “Así siempre sucede al codicioso, que pierde lo propio queriendo apoderarse de lo ajeno.”

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

Haikús. Poemes i Cançons.

1a Trobada de Clubs de Lectura Fàcil del Bages

EL Vampir