Bajo el mismo cielo 1
El lunes pasado ya leimos la presentación de esta novela, es para recordar que aquellos episodos que hoy vais a empezar a leer no tenemos que olvidarlos nunca, y sin odio tratar de que nunca más se repitan.
Bien, hoy a quien le toca empezar?
A ti no, Ivan, recuerda que ya lo hiciste el lunes pasado.
Ah, que le cediste tu puesto a tu compañero, pues como lo hacemos? Os parece bien que hoy empiece Rosa. Si?
Empezamos?
CAMINO HACIA FRANCIAEran los últimos días de la Guerra Civil en España.En Figueres, al norte de Cataluña,las bombas caían una tras otracon un ruido ensordecedor.`[…] Las casas se hundían.Hombres y mujeres corrían por las calles,llorando de miedo y de dolor.Había llamas y humo por todas partes.Teresa y su hija Mirandase habían refugiado en la escuela porquesu casa solo era un montón de escombros.Ya no tenían familia.[…] El padre de Miranda había muertohacía días en una cruel batalla cerca del río Ebro.Y sus abuelos habían quedado enterradosbajo las paredes de la casadestruida por las bombas.[…] En pocos segundos, las entradasde los trenes quedaron bloqueadascon muchos hombres, mujeres,niños,niñas, abuelos y abuelas que querían subir.[…] Teresa, muy angustiada, pensó quesi se acercaba a un tren, con los golpesy los empujones, podía escapárselela mano de la pequeña Miranda.[…] Y se quedó de pie donde estaba,con su hija al lado.Además, no estaba segura de queaquel tren fuera realmente a Francia.[…] —Iremos a pie hasta Francia. A ti te gusta andar, ¿verdad?—dijo Teresa a Miranda.Y Miranda afirmó con la cabeza sindecir nada de nada.Muy tristes, se dieron la vuelta yempezaron a caminar hacia la carretera.
Gracias Rosa, tienes la voz muy bonita, y lo has leido muy bien. En esta novela si que podrás entrar en el personaje.
Bressol dels exiliats
“Hi havia una mare que no tenia llet i el nen plorava de gana dia i nit. Quan es rendia de tant plorar, s’adormia i ella l’escalfava amb
el seu cos. Les mantes que tenien encara estaven xopes d’aquells dies tan dolents de febrer. Quan sortia el sol, enterrava el nadó a la sorra fins a deixar-ne fora només el caparró. La sorra li feia de manta.
Però al cap d’uns dies el nen es va morir de fred i de gana. Jo estava embarassada i només de pensar que el meu fill naixeria en aquell infern ja em desesperava.
Després d’unes setmanes, a la barraca d’infermeria del camp vaig trobar la senyora Elisabeth; o, més ben dit, ella em va trobar a mi.
Em va proposar de parir en una maternitat situada a Elna, allà mateix, al Rosselló.
El dia que va néixer el meu fill a la sala de parts de la Maternitat, no em vaig poder reprimir les llàgrimes.
Tothom es pensava que plorava d’emoció, però només jo sabia que plorava pel nen enterrat a la sorra d’Argelers”.
Mercè Domènech (Portbou, 2004)
Del llibre “La maternitat d’Elna. Bressol dels exiliats”, d’Assumpta Montellà (2005)
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada